De denuncia mediática a denuncia real Mee Too
La muerte de Armando Vega Gil, músico de Botellita de Jerez, ocasionó una serie de conversaciones pro y contra las denuncias del movimiento Me Too las cuales son anónimas y se amparan por la Ley General de Víctimas.
Lo cierto es que 2 de cada 5 mujeres sufrimos de algún tipo de violencia, la mayor parte de ella ejecutada por familiares y amigos cercanos, sin embargo, aunque existe un gran número de agresores y víctimas hay maneras positivas de resolver los casos con expertos.
Soy feminista pero no estoy de acuerdo con el movimiento Mee Too, considero que hacer una denuncia de este tipo es, desde mi perspectiva, es ejercer violencia contra el agresor, entiendo el por qué deciden hacerlo de esta manera más no comulgo con ello, te explico con mi caso en particular.
A pocos días de haberme salvado, por un pelito de gato, de morir en manos de mi agresor me decidí a denunciar. Para hacerlo me acerqué a una compañera de trabajo y ella fue la primera en desilusionarme y dejarme peor de como estaba. Me dijo que esas denuncias no procedían que eran largas, engorrosas y difíciles de comprobar los hechos violentos y más si habían pasado ya algunos días atrás.
Literal me hizo sentir más deprimida y desmoralizada de lo que estaba y sobre todo morirme del miedo pues el agresor continuaba buscándome y como no le respondía sabía yo como me iba a ir por no atender a sus mensajes y llamadas.
Yo, no le había comentado a nadie de mi familia y tenía ya algunos años viviendo esa situación de abuso. Si acudí a pedir ayuda a una fundación, estuve ahí en terapia durante dos años, pero no fue efectiva y recaía una y otra vez en el estado de violencia.
Sin saber que hacer, resignada a morir pronto pues ya era mucha la violencia física y psicológica, sin pedir ayuda, pues me habían quitado la esperanza, sobre lleve el problema algunos meses, hasta que un día escuché en una conversación que había un equipo especializado en violencia de género en la Fiscalía, esa que está junto a la Puri, y que informaban a las víctimas sobre como hacer las denuncias o conciliar con los agresores con una orden de restricción de que si se acercaban de nuevo iban derechito a la cárcel.
Escuchar eso me volvió el alma al cuerpo, fui de inmediato y mi vida dio un giro de 360°.
Como yo sentía que “lo amaba” y que con que fuera a terapia y me dejara en paz todo estaría bien se hizo un acuerdo para que no pudiera acercarse a mi bajo previo aviso de llegar a juicio con su respectivo arresto, etc., pues existía ya el reporte de la Perito en violencia que me había valorado sobre la comprobación de los múltiples actos violentos cometidos. A la distancia me doy cuenta de que debí dar el siguiente paso y poner la denuncia, pero esa es otra historia.
El acuerdo fue benéfico para mí, durante un año tomé terapia tres veces por semana individual y grupal, finalicé con un coaching padrísimo y deje de buscar ese tipo de hombres y gracias a eso hoy escribo para El Diario.
Comprendo la desilusión y el coraje que se experimentan por los actos violentos vividos y la desilusión de no recibir apoyo de las autoridades y abogados que no quieren meter las manos en casos así. Las personas no comprenden que el miedo nos hace actuar de maneras extrañas y que, cuando el dolor es mucho explotamos y lastimamos a los otros pues no podemos con el peso de haber sido ultrajadas en nuestro ser.
Las denuncias mediáticas pierden vigencia rápidamente y si se hacen por venganza la satisfacción no tiene frutos que puedan disfrutarse por largo tiempo ni tampoco borran el recuerdo y el daño hecho.
Desde mi experiencia, creo que, aunque tardemos podemos encontrar a las personas adecuadas para acompañarnos en nuestro trámite legal y recuperación, si bien yo tarde algunos años para ello bien valieron la pena por la calidad de vida que tengo en este momento.
Ahora influencio mi metro cuadrado para que sea diferente y apoyo a mujeres en situación de violencia, me he llevado buenos sustos, pero sé cómo actuar y qué hacer para mejorar la calidad de vida de mi entorno.
Antes de hacer una denuncia anónima desde el enojo es importante en pensar en todos los aspectos y los posibles resultados de lo que nuestros actos pueden provocar, si bien uno no puede ser responsable de lo que hagan los demás, como fue el suicidio de Alberto Vega, si lo somos de como enfrentamos nuestros problemas y, aunque cuesta muchísimo, al hacernos responsables de los nuestros, la mitad del conflicto lo tenemos ganado.
No es fácil olvidar, pero se puede recordar sin dolor, sin miedo, sin enojo y eso nos hace la vida llevadera y plena.
Me inclino por las denuncias y conciliaciones reales, y no busco deslegitimar el movimiento, aunque reconozco que aun falta mucho porque todo el sistema judicial se sensibilice y humanice ante los hechos violentos que vivimos día a día como sociedad. En ocasiones es posible querer hacer una denuncia y salir sin hacerla por lo engorroso del trámite y la actitud de las personas, quienes critican, juzgan mientras hacen su trabajo al recolectar las declaraciones.
A parte de tocar y tocar puertas hasta dar con la adecuada lo que también podemos hacer como víctimas es aprender sobre el tema, conocer nuestros derechos y clarificar los tipos de violencias y delitos, eso es importante para que no lo vivamos de nuevo y tener herramientas que nos hagan continuar y nos alienten.
La denuncia es impórtate, pero lo es más la estabilidad y seguridad que dan la terapia psicológica y la forense, pero sobre todo los grupos de apoyo de quienes vivieron lo mismo que tú y que yo.
Existe mucha violencia en México, la alienación parietal en estos momentos es atroz y eso nos permite recordar que también hay hombres que sufren violencia de diferentes tipos.
Luchemos por un Aguascalientes en paz sin violencia, que para erradicarla siempre tendremos que empezar por nosotros mismos.
Hasta pronto
La nieta de Adelita