Cada 20 de junio, la ONU conmemora el Día Mundial del Refugiado, con el objetivo de visibilizar un problema latente que, lamentablemente, se eleva anualmente en lugar de resolverse.

Según el informe 2018 del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), los menores de edad son los más afectados. Registrando que 1 de cada 2 refugiados era un niño o una niña, sumándose que 111 mil de ellos se encontraban solos.

La población venezolana es la que más asilo pide ante la situación política, económica y de seguridad que mantiene su país.

Se informó que más de 70.8 millones de personas en todo el mundo han tenido que abandonar sus hogares y refugiarse en otra nación. Esta cantidad solo incluye parcialmente la crisis humanitaria que vive Venezuela, país en el que se calcula que han salido al menos 4 millones de personas.

Esta oficina de la ONU identifica tres grupos de este sector:

-Refugiados: Son aquellos que han tenido que huir de su país por causa de los conflictos, la guerra o la persecución y que alcanzan los 25.9 millones.

-Solicitantes de asilo: Son los que se encuentran fuera de su país de origen y reciben protección internacional, pero están a la espera de una resolución y que llegan a los 3.5 millones.

-Desplazados internos: Son los que se encuentran dentro de sus propios países pero en lugares distintos a los que residían y que suman 41.3 millones.

Entre 2012 y 2015 se dio el mayor aumento de refugiados, especialmente por el conflicto sirio, pero no fue el único; otros conflictos en distintas regiones también aportaron a esta cifra récord lamentable, entre ellos Irak, Yemen, la República Democrática del Congo (RDC) y Sudán del Sur. En el último año a estos se les sumó Venezuela.

El informe de ACNUR indica que los países desarrollados acogieron solo al 16% de los refugiados, mientras un tercio de la población total de refugiados, que equivale al 6.7 millones, se quedó en los países menos desarrollados, como Turquía, Pakistán, Uganda, Sudán, y Alemania.

Con información de la ONU

Imagen Amnistía Internacional