Luego de que se anunciara el inicio de la distribución en templos evangélicos de la denominada “Cartilla Moral” escrita por el mexicano Alfonso Reyes, organizaciones civiles y activistas de todo el país reclamaron al Gobierno Federal por violentar la laicidad al permitir la intervención de las iglesias en acciones de la vida pública. 

Este documento, anunciado en enero de este año por Andrés Manuel López Obrador como un documento “para promover una forma de vivir sustentada en el amor a la familia, al prójimo, a la naturaleza, a la Patria y a la humanidad”, no es una estrategia del todo mal como una forma de buscar el desarrollo ético de un país, sin embargo el que se inicie la distribución en un cierto sector religioso y se presuma públicamente la buena relación del presidente con la autoridad evangélica, sesga y pone en duda la verdadera razón de esta acción gubernamental. 

“Revisando el texto de la cartilla moral, digamos que es un texto interesante, incluso bueno en gran parte de su contenido. El tema es que se hizo en otro contexto histórico porque estamos hablando de los años 40 en nuestro país, si bien la moral y la ética en general son principios atemporales, deja ver algunas diferencias”, detalló Marco García Robles, director de VIHDHA A.C., quien destaca que cuando fue escrita, México vivía otros momentos donde no se pensaba con perspectiva de género, las mujeres todavía no podían votar en esa época, y era evidente que no se identifica la búsqueda de la igualdad de género solo se habla en términos de hombres y la humanidad, “quizá estamos hablando de un texto sí con bellos principios pero no contextualizado a la realidad actual”.

Agregó que el escritor Alfonso Reyes habla de tratarse de un texto que pudiera entender las masas, no deja de ser un texto que generó un hombre ilustrado, proveniente de una familia liberal y que recibió una instrucción amplia, y aunque quiera escribir en términos sencillos utiliza palabras que mucha gente no va a entender; y por lo tanto se requiere una formación mínima para comprender sus lecciones morales.

“A lo mejor la intención no fuera mala, pero repartir esta cartilla difícilmente va ha tener un buen resultado si no va acompañado de una buena estrategia”, desde su experiencia, lo ideal es que una clase de moral y ética tenga un instructor que parta de la educación básica, integrada inclusive en el nivel bachillerato, sino difícilmente será un texto leído y comprendido por la población.

La cuestión relativa a la forma de distribución, el activista considera que el asunto de privilegiar a ciertas iglesias (evangélicas-cristianas) nos habla de un sesgo pues si la entrega de estas cartillas fuera de manera general existe una equidad, pero si se habla sólo de una fracción religiosa que comparte el presidente ahí es donde se está generando un preocupante sesgo social. “Pondría de la mano, compromisos no muy claros como el que se les ha prometido a las iglesias. Un Estado laico no significa un estado antirreligioso pero significa separar los ámbitos de competencia; es como lo que hemos insistido por años en la iglesia católica, esto es solo mover la línea religiosa pero sigue siendo una invasión al estado laico”. 

El acercamiento tan público del presidente con esta línea religiosa preocupa, ya que no hay una estrategia concreta y podría leerse que existen compromisos ocultos hacia estas iglesias, lo cual definitivamente no puede permitirse, “debemos atender lo que ya está establecido en la ley, respetar el estado laico y la Ley de asociaciones religiosas. 

El fallido intento de la 4T

Dialogando con varios historiadores, García Robles apuntó que una de las fallas que se está teniendo en el Gobierno Federal es demostrar qué es lo que realmente se busca con su denominada “4 Transformación”. Saber de forma clara y concisa si en efecto lo que se pretende hacer es una transformación radical del Estado Mexicano, “las anteriores como la Independencia, la reforma y la revolución implicaron unas modificaciones radicales, incluso que fueron de la mano de hechos violentos para significar una transformación radical”. 

El eje de esta 4T no queda clara todavía ni hacia dónde se dirige el presidente, “si fuera el asunto de un lema que usó durante un tiempo de “Primero los pobres” llevaría más estrategias contundentes pero no se ha definido si es una nueva forma de socialismo, cardenismo (…) no quedó muy claro”. Para que realmente se trata de un momento histórico para el país debe implicarse una presentación general de un plan de gobierno,  de visión, que todavía no se muestra; por ello se señala que primero habría que entender que sucedió en las anteriores transformaciones, qué se busca en esta y si en efecto se merece el calificativo de Cuarta transformación o simplemente es una visión de Estado con un nombre muy atractivo políticamente. 

Aunque haya un cambio de colores y de estructuras, se continúan viendo migración de personajes de otros partidos a este gobierno así como el retomar programas y estructuras que ya se habían visto que no funcionaron en los años 70’s por ejemplo, “estamos hablando más de palabras bellas como esta cartilla moral pero no de procedimientos claros que lleven a su ejecución, y un planteamiento de gobierno que hasta la fecha no ha quedado claro para poderlo llamar una 4T verdadera”.