La risa rebelde, la risa resistente que busca cambiar espíritus, sanar el dolor y la tristeza. Esa risa latinoamericana fue llevada por los payasos chilenos “Academia de Tontos” al Festiclown 2019, evento realizado en la zona de guerra entre Palestina e Israel, por la organización Payasos en Rebeldía dirigido por el gallego Iván Prado. 

Siendo fieles creyentes de que la labor fundamental de los payasos es que donde hay dolor, tristeza y sufrimiento, deben llevar alegría, risas y contar historias que los lleve a otros lados fuera de su realidad; desde el 2018 fueron contactados por Payasos en Rebeldía para participar en un festival realizado en la Ciudad Vieja de Jerusalén, asistir a escuelas de la ONU, campos de refugiados, hospitales, estas zonas atacadas por el conflicto histórico violento hebreo-musulmán. “Los palestinos están ya acostumbrados a vivir en una situación de guerra extrema, es un conflicto de miles de años con mucha violencia. Y la risa es como liberadora, te lleva a otro lugar, nosotros le llamamos la risa rebelde que puede cambiar espíritus”.

En la espera de abordar a su vuelo de regreso a su país, dialogamos -gracias a la tecnología- con nuestros amigos Tony Marraqueta, Tony Cucurucho y Tony Souwer,  sobre su experiencia en este festival y la labor que hacen a través del teatro de comedia. 

Freddy Huerta (Marraqueta) detalló que a diferencia de la primera vez, este año encontraron a un territorio con una “tensa calma” pues si bien ahora no les tocó observar a militares amenazando con grandes armas, había mucho control civil, “el trabajo netamente artístico fue duro, visitamos muchos colegios, fueron como 3 al día, hicimos funciones en la Ciudad Antigua de Jerusalén dominada por Israel (…) fue una experiencia muy enriquecedora como payaso”. En suma fueron 15 funciones más un par de pasacalles en Nablus, en Belén y en los campos de refugiados.

Para Juan Bustamante (Souwer) además de ser una experiencia artística muy hermosa y enriquecedora, representa una experiencia personal muy intensa por la complejidad de esa realidad en el sentido político, “ver las caras de los niños y niñas, las mujeres que esta vez las notamos más participativas, cosa que la vez anterior no se daba porque justamente allá se vive una vida tan machista, con una constante violación a los derechos humanos que las mujeres tienen prohibido tener cierto contacto con los hombres externos. Pero todos siempre manteniendo una sonrisa en los labios hizo que nuestra estancia valiera la pena”.

Iván González (Cucurucho) enfatizó en que Festiclown debe ser una de las trincheras artísticas más intensas que hay en el mundo, “Festiclown es esperanza, es lucha, es entregar lo mejor que uno tiene para los que más sufren. Fue una experiencias maravillosa con mucho público tan sincero. Tuvimos una muy buen acogida del espectáculo. Fue una mezcla de varios artistas de España, Chile y Brasil, una nomenclatura muy interesante y diversa”.  Es por ello que para estos “tontos” se ha convertido casi en una necesidad, Freddy reconoció que apenas estaban regresando a Chile y ya planean cómo volver, cómo hacer crecer este Festival, de qué manera lograr que otros colegas de Latinoamérica puedan conocer la realidad de Palestina, “es que para nosotros el objetivo principal que tienen los payasos es llevar alegría, reflexión, paz. Y qué mejor poder contar después lo que pasa en estos lugares”. 

Un festival de esta naturaleza es un acto social artístico cuyo objetivo es llegar a lugares con casi nada de acceso al arte y a la cultura, que están sitiados y ocupados por militares, cuerpos armados, “como lo dice su director Iván Prado, es un acto fundamentalmente de amor”. 

Juan Bustamante -músico encargado de las tontadas de estos dos payasos peculiares- confesó que jamás creyó poder llegar como músico a un lugar tan lejano con tanta necesidad cultural, donde se requiere mucha solidaridad, “entre las compañías presentes yo percibí mucha hermandad porque cuando llegamos al festival todos sabemos a lo que vamos y nos entregamos a tope”. 

Como latinoamericano, Freddy Huerta apuntó que no estamos tan lejos del pueblo palestino, “somos un pueblo bastante oprimido que sufre hambre, pobreza, desigualdad, injusticias, eso nos conecta mucho con los palestinos porque allá tienen la necesidad de reír, de pasarla bien, de disfrutar. El Festiclown es muy necesario también en Latinoamérica, con las comunidades indígenas que están perdiendo sus territorios, con los migrantes que viven tanto racismo”. 

Así, Academia de Tontos compartió risas, llantos, tristezas, emoción, y sobre todo mucha solidaridad con estas niñas y niños palestinos que viven entre murallas atacados por la guerra, pero que en esas horas de festividad olvidaron su realidad y se convirtieron en payasos rebeldes. 

Fotografías Cortesía de Festiclown / Academia de Tontos