¿Qué estrategias ponen en juego las mu­jeres indígenas para desestructurar los estereotipos sexistas que las oprimen? ¿Cuáles son los rasgos de los diversos «feminismos indígenas»? ¿Qué aportan para la construcción de un paradigma de inclusión, sostenibilidad y justicia social? éstas son algunas de las interrogantes que la doctora en filosofía Georgina Aimé Tapia González, expone en su libro “Mujeres indígenas en la defensa de la tierra”, publicado por editorial Cátedra en la colección Feminismos.

El pasado sábado, albergadas por el cultubar “Aquelarre”, la Asociación de Estudios Éticos y Filosóficos de Aguascalientes (AEEFA) A.C. presentó este libro producto de la investigación de la especialista en teoría feminista; quien reconoció que se trató de un gran desafío para la propia filosofía, “pensar a las mujeres indígenas como sujetas de ética y epistemologías, y ellas ser capaces de pensarse así, es muy trasgresor de lo que vivimos; simplemente si buscamos cuántas mujeres indígenas en México tiene un grado de filosofía, ahí nos encontramos con una gran discriminación primera por el acceso a la universidad”. 

El libro combina el análisis teórico con los testimonios de mujeres indígenas y campesinas que participan en los movimientos de resistencia de los pueblos de Abya Yala (nombre del territorio ameri­cano antes de la colonización europea); quienes entretejen éticas y epistemologías alternativas para una cultura sostenible. 

En entrevista previa a esta presentación pública, la autora explicó que una parte del libro, buscó cómo reconstruir los fundamentos filosóficos del feminismo indígena desde los propios términos de las mujeres indígenas. Luego integrar la genealogía de los feminismos en América Latina, cuántas miradas han sido contadas de intelectuales -trató de recopilar la mayor cantidad que pudo- que difícilmente se encuentran citadas porque su trabajo no es reconocido al ser mujeres indígenas, y algunas porque además son jóvenes ya que también hay una discriminación por eso. 

Busqué hacer en un capítulo un puente desde estos feminismos indígenas con la propuesta de encontrar una cultura de sostenibilidad; y cierro con casos de mujeres en defensa del territorio, historia de la defensa del agua, contra la minería, por la agroecología, defensa de la medicina herbolaria en diferentes partes de América latina (…) con el objetivo de recuperar sus voces, el cómo ellas vivieron y viven el movimiento”. 

El amplio proceso (y aprendizaje)

Para la doctora Aimé la generación de este libro ha sido una experiencia  vital en su carrera, especialmente para aprender a escuchar y a cuestionar las hegemonías y los verticalismos desde los feminismos citadinos y los occidentales,” algunas veces su dificultad de dialogar en términos de igualdad con estas otras mujeres; los prejuicios que hay de ser mujeres víctimas, de solo ver su vulnerabilidad en lugar de ver su capacidad de agencia”. 

Para evitar generalizar, buscó diferentes formas de estudiar y comprender antes de escribir, con la meta de contribuir a la visibilidad de las mujeres indígenas intelectuales en América Latina que están produciendo conocimiento, al exponer sus realidades, “como feminista y filósofa, ha sido un crecimiento muy grande”.  

Foto Claudia Castro

La realidad de las mujeres defensoras de la tierra 

Tras estudiar estos movimientos, Aimé Tapia reconoce que las realidades de muchas mujeres están siendo silenciadas, “las condiciones son terribles, los asesinatos a líderes ambientales son cada vez mayores”, lo que se concluye que meterse en la defensa de la tierra y el territorio es ‘jugarte la vida’, aún más siendo mujeres indígenas. 

Las mujeres que conoció en el proceso de investigación que protagonizan estos movimientos, entraron a esta situación por una cuestión de subsistencia, o se levantaban y organizaban para defender su agua y sus territorios o simplemente desaparecían como comunidades. “Hay una cuestión de subsistencia como motivación, que posteriormente las lleva a darse cuenta de otro tipo de desigualdades y discriminaciones”, como el acceso a espacios como portadores de discursos, 

Razón por la cual la especialista destaca que existe una indefensión casi total, sumada por la invisibilización, por ejemplo, se encontró con un movimiento contra la Central Nuclear Laguna Verde en Veracruz, “yo llevo años en esto y jamás lo había escuchado, es decir, el nivel de silenciamiento de estos movimientos es grave”, aún más el silencio de las agresiones que sufren, la persecución y los asesinatos. 

“Es una situación muy triste porque por una parte están luchando por algo que sostiene la vida no solo de sus comunidades, sino de los centros urbanos, y sin embargo están recibiendo a cambio, sólo violencia y asesinato”. 

Entre tanta violencia, existen grandes conquistas, historias que te reconcilian con la esperanza, pequeños movimientos en situacion de indefension, en contextos hiperviolentos, que logran grandes causas. Lo cual considera la doctora, ser luz en la obscuridad que aporta a la esperanza: 

“Sin duda esta visibilización y atención que se hace desde la academia, las organizaciones, las y los activistas aportan mucho; es a estas luchas de mujeres que están defendiendo los territorios a las que debemos de voltear a ver, a aprender de ellas porque es donde están las alternativas fundamentales; pero para que siga la esperanza hay que caminar hacia allá”.